Hace mucho que no publico nada. Ahí va un relato cortito.
─¿Puedes dejar de llorar un
momento?
─No, no puedo.
─Pues debes hacerlo. Necesitas
reírte.
─¿Cómo quieres que me ría, si mi
amor se ha ido?
─Pues recuerda lo bueno, no pienses
en lo malo.
─¡¡Qué fácil es hablar!!
─Pues llora entonces, ¿qué quieres
que te diga?
─¿Eres mi amigo no? tu sabrás lo
que debes decirme.
─¡No hay Dios quien te entienda!
─Pues estamos guapos si tú no me
entiendes.
─A ver, no te enfades conmigo que
yo no soy el culpable.
─Es que me pones nerviosa.
─Pues relájate, coge una toalla,
nos vamos.
─¿A dónde?
─A la playa.
─¿Estás loco? ¡Son las doce de la
noche!.
─¿Y? Vamos.
─¿Para qué necesito una toalla?
─Calla anda, coge la toalla y
vayámonos antes que me arrepienta.
Salieron de casa de Laura, y decidieron
acercarse caminando, hacía una noche estupenda.
A los veinte minutos Laura y Pablo
habían llegado a la playa. Bajaron las escaleras que les llevaría a la arena.
Laura no salía de su asombro y aunque conocía a Pablo más que a nadie no tenía
ni idea de lo que iba a proponerle.
─Y ahora ¿qué?
─Pues ahora nos quitamos la ropa y
nos damos un chapuzón.
─Pero bueno, ¿tú te has fumado algo
hoy o qué?
─Venga, no seas mojigata, que a
estas alturas de la vida no nos vamos a asustar.
─¿Cómo me voy a poner en pelotas
delante de ti?
─¿Que te da vergüenza? No voy a ver
nada del otro mundo. Tú para mi solo eres una amiga no voy a mirar tu cuerpo
como lo haría cualquier tío, y tu tampoco me vas a mirar a mi. ¿Verdad?
Pablo se quitó la ropa en un
segundo. Puso los brazos en jarras esperando a que Laura hiciera lo mismo.
A pesar de no estar convencida, también
se desnudó.
Y con los brazos en jarras le dijo:
─¿Y ahora?
─Dame la mano.
Se cogieron de la mano y empezaron
a correr desnudos por la arena.
─Grita bien alto,
CABROOOOOOONNNNNNN.
─CABROOOOOOOOOOOOONNNNNNNNNNN.
Se dirigieron al agua y se metieron
en ella sin pensarlo dos veces, nadaron un poco, hicieron el pino, la
voltereta, se rieron....
─Vamos, que se va notando el frío.
Cogidos de la mano salieron del
agua. Se envolvieron en las toallas.
Laura empezó a reírse a carcajadas.
─¿De qué te ríes?
Perdóname Pablo pero pareces una
campana.
─Capulla. Ven aquí.
Pablo abrazó muy fuerte a Laura.
─¿Ya estás mejor?
─Sí gracias. Eres un sol.
─Para eso están los amigos ¿no?
─Te quiero mucho Pablo, no cambies
nunca. Siempre me haces reír, hasta lo consigues en los peores momentos de mi
vida.
─Si te pones así volvemos al agua
¿eh? y encima ya miraré yo bien a ver que pareces tú desnuda.
Kristin Martínez